viernes, 22 de diciembre de 2006

Algunas reflexiones sobre el sistema científico argentino

Algunas reflexiones sobre el sistema científico argentino

Para juzgar un sistema hay que definir primero sus objetivos y luego ver la viabilidad de alcanzarlos con los medios disponibles y si los mismos están óptimamente utilizados. Como también es inevitable partir de alguna postura ideológica y emitir juicios de valor acerca del mismo.

En principio hacer investigación tiene diversos fines como incrementar el conocimiento, desarrollar tecnologías, mejorar el nivel de vida de la población, etc. Creo que la distinción entre ciencia “pura” y “aplicada” es falsa, pues la Historia nos demuestra que muchos conocimientos “puros” resultaron ser muy “aplicados”. Un ejemplo espectacular es el del comercio electrónico, que mueve más de 300.000 millones de dólares por año, y su seguridad depende de resultados de la teoría de números obtenidos hace 2300 años ! Pero usaré esos términos por razones de claridad.

Antes de analizar la situación argentina quisiera puntualizar que estoy totalmente a favor del desarrollo de las investigaciones “puras” de calidad porque, entre otros motivos, sería criminal dejar en manos de los países industrializados la exclusividad del avance científico. Esto sería la forma extrema del subdesarrollo y la dependencia. Y además, no hay tecnología exportable sin ciencia básica de alto nivel.

Pero la medición de la calidad es muy controversial, pues depende mucho de la disciplina científica y de otras variables. En general se utiliza el número de publicaciones en revistas internacionales con referato, donde se reduce a términos cuantitativos lo que debería ser cualitativo. Además, el acceder o no a las revistas más prestigiosas tiene mucho que ver con la temática del trabajo definida como deseable o no por los países centrales, aspecto que es mucho más grave en las Ciencias Sociales que en las Exactas. Y el siguiente factor es el “Citation Index”, o sea un número que mide las veces que un cierto trabajo ha sido citado. Aquí es una cuestión de “tamaño de mercado”. Un matemático que publique un trabajo de Estadística en una revista leída por médicos y biólogos será citado infinitamente más que otro que lo haga en un área con pocos especialistas. Entonces maximizar esos criterios de evaluación se convierte en el objetivo central, en vez de promover el avance real de la ciencia o de la sociedad.

Otra diferenciación esencial reside en el hecho de que en los países creadores de tecnología, existe una cadena continua entre la ciencia básica y sus aplicaciones finales cuando las mismas existen. Por ese motivo las empresas financian y promocionan muchas investigaciones, mientras que en los países periféricos hacer investigación es algo que “viste”, como tener a la Sinfónica Nacional y punto.

La posición del país en términos de investigación es relativamente alta cuando se la compara con otros indicadores socio-económicos, producto de más de 100 años de educación pública gratuita, y de inmigrantes que valoraban en grado sumo a la misma. Pero tanto los orígenes elitistas de muchos pioneros de la investigación, como las persecuciones políticas (1945-1974-1976), los modelos económicos liberales (acero o caramelos, 1-1, vayan a lavar los platos), contribuyeron a la emigración masiva y a la generación de un modelo autista. Esto se agravó cuando las políticas del Banco Mundial instauraron los incentivos, remuneración adicional en negro hecha por el mismo Estado, que castiga a los sectores privados que se atreven a hacer cosas parecidas. Extraño concepto ese de pagarle más a la gente que se supone que recibe un salario para hacer exactamente eso por la que se la premia. Claro que tuvo un efecto maravilloso: en el primer año de su instauración surgieron de la nada 7.200 “investigadores” que nadie conocía.

Deseo proponer un esquema alternativo y simple: concursar todos los cargos de las universidades nacionales mediante jurados intachables (internacionales para los cargos máximos), y siguiendo la mejor tradición de la Reforma Universitaria, o sea con clases públicas, y veedores de los distintos claustros. Luego incorporar los incentivos a los salarios en blanco de los nombrados.
Esto tendría la ventaja de transparentar el sistema científico que, lamentablemente, sufre en muchos casos de obscurantismo por efectos de camarillas enquistadas en bolsones de poder. En ese sentido hemos visto con agrado que hay progresos sensibles en los últimos tiempos, aunque implementar los cambios requeridos es una tarea ciclópea que demanda el compromiso de toda la sociedad.

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